A los pocos años de haber pisado por primera vez un estudio de danza ya había obtenido un papel como solista al que se había entregado con ferocidad. "Haré este tipo de trabajo o cualquier otro que desee hasta que el público me indique que debo detenerme", fue la respuesta de la bailarina a las críticas recibidas de sus maestros cuando decidió abrirse camino sola, en 1926.
Como maestra, Martha reclamaba la más absoluta entrega. Sin embargo, los reclamos de Graham no se limitaban a cualidades técnicas: "Lo que busco de un bailarín es su avidez, su voracidad por la vida....una memoria de sangre, en el sentido de que pueda extraer de su vida más de lo que realmente ha vivido. Tiene que haber voluntad por explorar sentimientos desconocidos y atreverse a sentirlos. Esto puede parecer aterrador pero hay que hacerlo porque no existe otra opción".
Danza y pensamiento
En los años '30, la danza moderna sufrió un verdadero cambio de rumbo. Al igual que en otras corrientes artísticas - especialmente el teatro -, el agitado clima político y social de la década influyó en el movimiento de manera decisiva. Los nuevos coreógrafos mostraban un gran compromiso social y un deseo de llevar la danza a una mayor cantidad de público. A su vez, también crecía entre ellos un fuerte desprecio hacia el ballet 'de establishment' y la liviandad de sus argumentos, que sólo reproducían el romanticismo del siglo XIX y estaban dirigidos a una élite .
Martha Graham no estuvo ajena a este movimiento. Influenciada por la corriente filosófica existencialista - especialmente por su amigo Jean Paul Sartre- y el socialismo, sus trabajos Heretic y Sketches for the people eran estudios sobre la rebelión de masas . Además, apoyó a la resistencia española en contra del alzamiento militar del general Franco y al levantamiento obrero en Estados Unidos durante la depresión del '30.
Pero en algo su trabajo fue realmente revolucionario: en su necesidad de expresar la realidad americana y lograr un estilo que se diferenciase del ballet europeo. En sus obras Frontier y Appalachian Spring, la coreógrafa reflejaba -a través del argumento, los movimientos y el vestuario- la vida cotidiana del pueblo estadounidense.
En la década del ´50 Martha Graham ya era una de las bailarinas más renombradas del mundo y la auténtica líder de la danza moderna. Su producción coreográfica era enorme y sus temáticas se habían ampliado hacia direcciones tan diversas como los rituales religiosos, la mitología griega, la condición de la mujer, las tragedias poéticas y la sátira. Además, tenían un halo de sexualidad y pasión, gracias al gran amor que estaba viviendo con uno de sus bailarines.
La belleza del dolor
Si en el ballet clásico uno de los propósitos básicos era ocultar el esfuerzo, ella lo hacía visible porque "es parte de la vida" . De esta forma, todo el abanico de sentimientos quedaba representado: odio, amargura o éxtasis eran transmitidos con un solo gesto.
Este estilo coreográfico le dio a sus obras una visión dura y angular, con reminiscencias cubistas; como en su célebre obra Lamentation, en la que la bailarina expresaba la angustia de una mujer, envuelta en un largo tubo de tela elástica en el que sólo su cara quedaba expuesta. Se dice que con su trabajo se ubica como una de las grandes creadoras, "porque supo acrecentar el lenguaje del espíritu a través del cuerpo humano. Ha revolucionado la iluminación, el vestuario, la escenografía y la composición musical". Su ballet "Tributo a la Paz" es célebre. Su "Carta al Mundo" ha sido una de las más brillantes incursiones en la danza-drama con texto hablado.
Su Compañía fue nombrada "patrimonio nacional", un tesoro para la nación de los Estados Unidos...
En 1968, a los setenta y cuatro años, Martha Graham dio su última función como bailarina. Desde hacía ya mucho tiempo, la crítica y sus propios compañeros la presionaban para que dejase el escenario. Pero el costo de esta decisión fue muy grande: la coreógrafa cayó en un colapso físico y moral durante varios años. Sin embargo, en 1973 Graham renació de sus cenizas: volvió a crear coreografías, a ponerse al frente de su compañía y a acompañarla en las giras hasta su muerte, a los noventa y siete años. "Nunca pienso en las cosas que hice; sólo en las cosas que quiero hacer, en las que todavía no he hecho", decía en su última entrevista, poco tiempo antes de morir .
Martha Graham vivió hasta los 97 años, en pleno uso de sus facultades. Falleció en 1991.
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