Francisca Larrea y Aherán


“¡Campos de mi patria! ¡Campos alguna vez
de la ignorancia y de la libertad!
¡Qué de horrores han manchado vuestro suelo
inocente con el nombre de luces de civilización!”


Frasquita, nació en Cádiz, en el seno de una familia acomodada, en el año 1775. Hija única de una familia con recursos, en una ciudad que se vanagloriaba de ser la más cosmopolita de la nación, Frasquita tuvo una educación esmerada, circunscrita, eso sí, al dogmatismo católico más férreo, que completó con viajes a Inglaterra y a Francia, aprendiendo a usar sus lenguas con soltura.


A la edad de veinte años contrae matrimonio con el joven hamburgués, Juan Nicolás Böhl de Faber, de religión protestante y representante de los negocios familiares en la ciudad. La pareja se instala por un tiempo junto al lago Léman, en el cantón de Berna, lugar donde nacería su primogénita, Cecilia.

De vuelta a España, los siguientes años se repartirán entre estancias en Cádiz, a la que animan culturalmente abriendo sus primeras tertulias. En 1805, el matrimonio realiza su segundo viaje a Alemania, allí se desvela las primeras desavenencias conyugales. Frasquita vuelve sola a España, de modo que la trágica experiencia de la Guerra de la Independencia la atravesaría sola con dos de sus hijas en su casa de Chiclana. En todo este tiempo turbulento, Frasquita no pierde el tiempo ni el afán por saber.

Gracias al epistolario que mantiene con su marido conocemos sus inclinaciones literarias y las amistades que cultivó. Sabemos que le gustaba leer a Shakespeare, que conocía el pensamiento de Kant y Descartes, las obras de Madame Staël y que mantenía como lectura de cabecera las obras de Mary Wollstonecraft. De hecho, esta afición por la escritora feminista inglesa, autora de las Vindication of the right of women, le hizo mantener más de un enfrentamiento con su marido.
Durante la ocupación francesa mantuvo relaciones de amistad con el general francés Villate; posiblemente gracias a él, conseguiría trasladarse a Cádiz en 1811, permaneciendo en la ciudad el tiempo justo para que, organizada su tertulia, ésta pasara, según testimonio de Alcalá Galiano, a representar el círculo de reunión servil de la ciudad, frente a la jerezana Margarita de Morla y Virués que acogería el activismo liberal dentro de su propia tertulia. A finales de diciembre de ese año sale del país logrando reunirse con su familia en Alemania, su tercero y último viaje a esa tierra.

De nuevo en Cádiz reanudan una actividad cultural que dará fama al matrimonio y les reportará el mérito de introducir el movimiento romántico en el país. De este tiempo es el cambio de correspondencia con el filósofo Schlegel y el escritor Blanco White. Desde el punto de vista político, Frasquita, se manifiesta acérrima defensora de la monarquía absolutista de Fernando VII y escritos suyos le acarreará problemas con la censura. Integrados en los círculos de la burguesía local, pertenecen a la Real Sociedad de Amigos del País y a la Junta de Damas, respectivamente, desde su fundación. Es la época en la que Frasquita participa activamente, junto a su marido, en la llamada polémica calderoniana, que denota, igualmente, la adscripción al romanticismo conservador del matrimonio. En la dialéctica abierta, Frasquita, que firma con el pseudónimo que ya antes había utilizado de «Cymodocea», mantiene enfrentamientos con su antiguo amigo José Joaquín de Mora y con el propio Alcalá Galiano.

La familia en esos años atraviesa una difícil situación económica que solventarán con un empleo que les llevará a trasladar su residencia a El Puerto de Santa María en 1822. Frasquita se dedica a traducir y a animar a una joven Cecilia indecisa en su labor como escritora. Como solían hacer las damas de aquella época, aprovechó algunas ocasiones para viajar por los pueblos de la provincia. La epidemia de fiebre amarilla desatada en 1819 le llevaría a realizar una estancia en Arcos de la Frontera. Más tarde recorre la zona de Arcos y Bornos. De estos viajes nos queda su testimonio escrito para penetrar en los detalles de la naturaleza y el paisaje delentorno y su capacidad para describir tipos populares, afición, que sin duda trasladó al folklorismo que cultivara su hija Cecilia. Muere en El Puerto de Santa María en 1838.

Frasquita Larrea, se nos muestra como una mujer decidida, fuerte e independiente, rasgos de su carácter que posiblemente la acercaran a la obra de Wollstonecraft, defendiendo la capacidad del entendimiento femenino. Su obra escrita, no muy extensa, se vierte en su obra epistolar y en una novela como Ella que representa a la Frasquita más Roussoniana. Otros escritos, generalmente de carácter autógrafo, recopilan sus experiencias en viajes y opiniones literarias y políticas.

Su capacidad como traductora queda también ampliamente demostrada, llevando al castellano el Manfred de Lord Byron o el Viaje por Suecia, Noruega y Dinamarca de la propia Mary Wollstonecraft, entre otros autores.

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